No recuerdo exactamente.
Unas piernas e ir de su mano cogida,
Pequeños flashes que vienen a mi mente.
El aire enredándose en mis rizos,
El balanceo en un columpio,
Impulsándome con los ojos cerrados.
Impulsándome con los ojos cerrados.
Manos pintadas de rotulador,
Historietas de colegio,
El sonido de una risa de niña
Tras las mismas bromas de siempre.
El tacto de la arena
Tirarse por los toboganes.
Desear que la tarde no se acabe.
Pero aunque todo finaliza,
Ahora lavarse las manos,
Vaciar de piedras las zapatillas,
Sentada en mi banco favorito,
Ese en el que no me colgaban los pies.
Y vuelta para casa,
Toda cansada y acelerada,
Seguía mi paseo sonriente.
La alegría superando el nivel de mi frente.
Será esa la causa de que me pregunten:
“¿Qué tal lo pasaste, cielo?”
“Genial, gracias por la tarde,”
Y, “te quiero”
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